Yo era una chica de 18 años, recién ingresaba a la Escuela Normal de Especialización; Tenía una relación estable con un chico, estaba comprometida y enamorada. Para mí no había otro futuro que formar un hogar, una familia. Ni siquiera podía imaginar algo diferente. Sin embargo, Dios irrumpió en mi vida, con mucho respeto, pidiéndome mi consentimiento el cual le di y por ello le agradezco hasta el momento. Considero que todo esto fue un camino, un proceso, toda una serie de acontecimientos y momentos en los que Dios se manifestó invitándome a seguirlo. Sin embargo, la experiencia fundacional que me llevó a interesarme por la vida religiosa fue la invitación a ir por primera vez a las misiones. Cuando viví el retiro de preparación para esta experiencia, recuerdo que al inicio de la oración mostraron un video del Carisma, la misión y los lugares donde está Jesús y María en el mundo. Sentí un gran vacío en el estómago acompañado de un entusiasmo impresionante; Me sentí llamado a ser presencia de esa bondad activa de Dios a través de la educación cristiana.
Empecé a buscar información, a convivir con las Hermanas de Jesús y María de manera no comprometida, deseando saber y a la vez no saber, estando ahí y no teniendo miedo, qué va a pasar mi familia. Pensad, amigos míos. En algunas ocasiones incluso sentí que me había equivocado, pero mis sueños de “formar un hogar, una familia” se transformaron en el deseo de “crear comunidad”.
Cuando tuve mi primer encuentro con una de las comunidades religiosas me llenó de ilusión ver una gran sonrisa en el rostro de las Hermanas, compartiendo su vida, alegres, cercanas unas a otras, unidas. Mi corazón se sintió como en casa. Esa misma tarde en la Capilla puse mi mano sobre la estatua de Claudina y le dije: “Siento el llamado del Señor, si es aquí, en tu Congregación, acompáñame en este camino para descubrirlo”. Desde los 19 años comencé a participar en las actividades que mi acompañante espiritual me sugería e invitaba, dejando todo para ir con Jesús, deseando conocerlo mejor y unir mis sueños a los suyos. Conforme pasó el tiempo, seguí sintiendo la confirmación del llamado a la vida religiosa y una experiencia profunda de Dios. Impulsada por su gracia de Dios y acompañada por Claudina, di mi “SÍ” y entré en la Congregación de las Religiosas de Jesús y María, hace tres años. Hoy, siendo Novicia me siento completamente agradecida con Dios por tanto bien recibido y sigo pidiéndole a Claudina que me acompañe en este camino.