
LCWR – “Un cambio crucial a mitad de mandato”, Quincy Howard, OP
En una cosa estamos de acuerdo los estadounidenses: nuestro país se ha desviado drásticamente de su rumbo. Los fallos de los sistemas nacionales han provocado frustración, desconcierto y desconfianza en la Commonwealth. Más allá de eso, somos un país profundamente dividido… Nos estamos volviendo unos contra otros.
Mientras algunos todavía se aferran a la idea de que quienes están en el poder ofrecen ese cambio, otros depositan esa esperanza en las elecciones de mitad de mandato como el punto crucial donde se producirá el cambio. Por eso, estas elecciones de mitad de mandato se consideran cruciales: tanto la izquierda como la derecha políticas perciben su importancia para determinar lo que está por venir.
NETWORK Lobby, LCWR y otros defensores religiosos buscan políticas federales que reflejen los principios del Evangelio porque sabemos que una economía y una sociedad de inclusión dependen de una buena política. Por eso, no es ningún secreto que esperamos un cambio de poder en Washington, DC. Sin embargo, el cambio que se necesita tiene que ver con algo mucho más profundo que las políticas y los legisladores. El liderazgo actual y sus Las políticas son síntomas, no la causa, de nuestra crisis actual. En este momento, no podemos centrarnos en los gobernantes, los partidos, los votantes indecisos y las campañas, porque corremos el riesgo de pasar por alto lo que está en la raíz: nosotros, el pueblo.
La parábola de Jesús del paño nuevo en un vestido viejo, del vino nuevo en odres viejos, nos dice por qué una elección no puede arreglar lo que está roto. Un cambio significativo no consiste en “remendar” lo que está fuera de lugar, sino en adoptar paradigmas y formas completamente nuevas de relacionarnos unos con otros y con el mundo. Elegir a un nuevo partido para el poder en el contexto de una democracia profundamente rota y una ciudadanía desconfiada y alienada no traerá la transformación que necesitamos. Nuestras instituciones y nuestro discurso cívico seguirán erosionándose hasta que estemos preparados para ablandar nuestros corazones, priorizar el bien común y crear una cultura de inclusión y perdón. Un cambio más profundo requerirá que, individual y colectivamente, examinemos con atención las formas en que nos enfrentamos unos a otros, nos juzgamos unos a otros y hacemos la vista gorda ante las consecuencias de nuestras acciones o nuestras faltas de acción. También requerirá un compromiso significativo y el perdón de quienes están al otro lado del pasillo.
Para los cristianos estadounidenses, este es el momento en que se ponen a prueba nuestros valores evangélicos, y tenemos la responsabilidad de ponernos a prueba nosotros mismos. Nuestra afirmación de que Jesús es el arquetipo nos da una perspectiva única y, con suerte, algo de práctica para superar las divisiones. Buscamos orientación en las Escrituras y profesamos pertenecer al cuerpo de Cristo, y por eso los Evangelios nos proporcionan nuestro modelo. Individual y colectivamente, los cristianos estamos llamados a relacionarnos con nuestros compatriotas estadounidenses –en particular con aquellos que consideramos pecadores– de una manera que busque la reconciliación, que nos ame y nos perdone.
¿Cómo puedo buscar a personas con diferentes inclinaciones políticas y encontrar un espacio para conectarme con ellas? ¿Cómo puedo facilitar un diálogo auténtico y respetuoso? ¿Cómo puedo tranquilizar a mi conciudadano temeroso y desconfiado? ¿En qué he fallado en reconocer mi propia contribución pecaminosa a nuestra nación dividida?
Nuestro lema de resiliencia democrática para la campaña de mitad de período de 2018 y más allá:
Alza tus palabras, no tu voz.
Es la lluvia la que hace crecer las flores, no los truenos. – Rumi
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